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El Santo pidió dos milagros. Puso tres imágenes de la Virgen en el banco, miró al cielo, rezó la plegaria y se entregó a su destino. Y el primero se le cumplió: cuando todos lo daban por descendido tras la derrota como local contra el Lobo Jujeño, San Martín de Tucumán ganó en Rosario y aún se le ríe a la parca. Para quedarse en Primera, necesitará otro milagro, esta vez combinado: ganarle a Lanús en casa y que Gimnasia (LP) no sume más de cuatro unidades en sus dos encuentros. Y si pone como puso ayer, quién te dice que el de arriba no se apiade de él y le cumpla el deseo.Porque es cierto que el Santo llegó a esta situación por su propia impericia, pero ayer elaboró un plan simple y lo cumplió a la perfección. Cuando muchos criticaban a Roldán por armar un planteo defensivo en un partido en el que ni el empate servía, a la hora de la verdad resultó efectivo. Porque San Martín dejó que Newell's se le viniera por las bandas y le hizo un embudo en el medio del área. Ahí terminaban todos los intentos leprosos. Y después, cuando la tenía, salía rápido de contra con Herrera manejando los hilos y Urbano y Turdó jugándole a espaldas de Pillud y Quiroga. Entonces, aunque la posesión de pelota era abrumadoramente del local, la sospecha era que quien podía abrir el marcador era el visitante apenas acertara una contra. En realidad, necesitó dos: en la primera Urbano la tiró por arriba y en la segunda, cuando el primer tiempo daba las hurras, Herrera habilitó a Pérez Castro que tiró el centro de la muerte, Turdó arrastró a los centrales y Urbano la mandó a guardar y festejó haciendo el pescadito. En el ST, Sensini mandó a la cancha a Armani y Salcedo, subió a Pillud como volante y metió presión en el campo rival. Pero flojo de ideas, el partido estaba para que lo liquidara el Santo. Pero como en todo el torneo, su religión es el sufrimiento. Turdó quedó cara a cara con Peratta y se olvidó la pelota. Y después, Urbano hizo una doble chambonada: primero erró una clara jugada de gol y después le entró de atrás a Bernardello y dejó a su equipo con 10. Faltaban 20 y ahí empezó la marcha de la resistencia. San Martín se refugió en su trinchera y aunque no atacó más, tampoco sufrió contra un Newell's impotente. Así festejó un milagro. Ahora le falta uno más.(FUENTE OLE).
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